Monday, October 23, 2006

Síntomas del Estado de Emergencia

Cuando al despertar lo primero que sientes es que no quieres levantarte. Tu despertador suena a las 6:30 y lo vuelves a poner a las 6:40 y así sucesivamente, hasta que dan las 7 y ya tienes muy poco tiempo para hacer tus cosas.

No tienes ganas de nada, no quieres trabajar, no quieres salir, no quieres ver noticias, no quieres buscar otro trabajo, no quieres NADA que no sea estar haciendo nada, perdiendo tu tiempo… pero eso sí, no puedes estar echada viendo televisión porque te sientes inútil, no te puedes dormir temprano porque te da insomnio… por lo tanto, casi no duermes.

Cuando platicas con tus amigos, dejas que ellos hablen y hablen, que te cuenten sus problemas, y tú como buena sabia, te pones a aconsejar, dando a notar tu madurez… pero eso sí, cuando se trata de hablar de ti, no lo haces, no quieres decir NADA, piensas que tu vida es una mierda y que por ende, ellos no pueden aconsejarte.

Durante el día tienes rachas buenas y malas. En las buenas, evades tu realidad, ahí si te diviertes, olvidas tus problemas, sonríes, cantas y pones rolas que te ponen de buenas (algo así como Magic Numbers, Scissor Sisters o Red Hot Chili Peppers). Pero en las malas, te vale madres lo que está pasando a tu alrededor, odias a tu jefe, odias tu trabajo, crees que tu familia es disfuncional, sientes que la relación con tu pareja no está funcionando… y una de dos… o le hechas la culpa a los demás, o te sientes culpable de todo y no sabes cómo solucionarlo (aquí entra Radiohead, Pink Floyd, Portishead, etc.)

En tus momentos de lucidez te pones a crear, ya sea escribir, componer alguna canción, te pones a leer y a leer más, dibujas un garabato y te sientes Dalí, pero dichos momentos se esfuman rápido, porque ya llegó algún problema a tu mente que no te deja continuar.

El futuro no existe para ti, te sabes en el presente, pero si piensas en qué será de tu vida te sientes como un adolescente, no sabes qué quieres, lo único que se te ocurre es “quiero viajar, soy una viajera de corazón”, pero el fin de semana te de hueva lanzarte aunque sea a la Marquesa o más allá.

Te sientes estancada, crees que los problemas externos no te han dejado “crecer”, crees que necesitas tiempo para ti, que no puedes compartir tu tiempo con nadie porque no estás “lista”, y lo peor… te persiguen los traumas del pasado, allá cuando eras una puberta y se suscitaron cosas que no has podido superar. No es tu culpa que no puedas entregarte a una relación al 100%, tal vez es culpa de tus padres o abuelos, que te enseñaron indirectamente que el enamoramiento no es eterno y que tienes que ser egoísta porque si no te hundes y para salir te va a costar media vida más, y tal vez ni llegas.

Una parte de ti busca la estabilidad, una relación que te llene emocionalmente, una pareja que te ame, que esté profundamente enamorado de ti, que sea una persona que te apoye, en las buenas y en las malas. Buscas un trabajo en el que puedas crecer, en el que cada año sepas que ganarás más, además piensas en negocios alternos, te sientes tan madura que crees que puedes tomar las riendas de la vida así de fácil. Pero hay otro lado, el lado oscuro que busca las cosas que no se ven en el mundo, aquello que no palpas, quieres llenarte tu parte intelectual, aprender nuevas cosas, vivir en el relax, en el hipismo, te quieres ir de reventón, emborracharte y conocer a gente “interesante”, que casi siempre son personas que no te dejarán nada bueno a la larga, quieres renunciar, mandar a la fregada todo y explotar tu lado artístico. Y lo peor, no encuentras un punto medio para equilibrar los dos polos… finalmente, si ya probaste el lado oscuro y no te quedaste ahí, eso no quiere decir que debas regresar ¿o sí?

¿Qué hacer? No existe una respuesta, eso lo sé… pero eso de sentirse así, como en la NADA…