Y ¿sí?...
¿El cruel sacrificio de aquel animal, habrá curado su pena humana?
Yo estaba ahí... frente a la muerte lenta y absurda del ser menor, manjar para dioses, sólo observando mientras que ella eructaba el dolor provocado por una mezcla de alcohol puro y refresco de cola.
Todas sus esperanzas al centro de un público que había pagado 15 pesos a un hombre con un palo de madera en la mano.
Los santos colgados con espejos en el pecho nos rodeaban... para que al verlos nos reflejaramos a su imagen y semejanza, y así, nos sintiéramos menos pecadores.
No lo olvido... era un pequeño ingenuo, enfermizo, sin culpas y sin opinión, que yacía medio dormido en los brazos de su pequeña hermana. Todo era para él.
¿En dónde estás ahora?
Yo no te olvido...